Anarcotizados
El viernes 15 de noviembre se estrena Pibes Bien, una obra rosarina que explora el narcotráfico y sus ramificaciones poniendo el foco sobre las fuerzas y actores que juegan en el entramado social y económico.
El viernes 15 de noviembre se estrena Pibes bien, una obra rosarina que explora el narcotráfico y sus ramificaciones poniendo el foco sobre las fuerzas y actores que juegan en el entramado social y económico.
“El tango que ocultamos mejor, del que preferimos no hablar, es el que nos tiene anarcotizados”, cantaba Carlos El Indio Solari. La obra Pibes bien parece tomar aquella frase de una de las bandas más populares del país para darle respuesta, ponernos a hablar de lo que nos tiene embobados, contando muertos y dólares que se hacen torres en lugares inaccesibles. La pieza teatral se comenzó a gestar hace alrededor de dos años que implicaron no sólo las actividades de escritura y ensayos sino un fuerte trabajo de investigación. Para ello, el equipo contó con el asesoramiento de Carlos Del Frade y Germán de Los Santos, entre otros.
Alejandro Rodríguez co dirige y actúa Pibes Bien. Es rosarino pero hace un tiempo vive fuera del país. El otro actor es Mauricio Tejera Ferrúa, con quien viene trabajando desde hace muchos años. Al empezar a pensar la obra convocaron al resto del equipo, así sumaron a Santiago Dejesús en la dirección. “Con Santi nos conocemos de la escuela de teatro, desde el año 2001 más o menos, y nos hicimos amigos pero no habíamos trabajado juntos hasta ahora”, cuenta Rodríguez.
Alejandro egresó del Instituto Provincial de Arte Ambrosio Morante, más conocido como Escuela Provincial de Teatro, en diciembre de 2001. “El último examen se suspendió por el estallido social, era el 18 de diciembre. En 2004 me fui a Bélgica a estudiar con un profesor de cuerda floja. Hice circo por varios años. Después terminé de formarme como actor y director en el Workcenter of Jerzy Grotowski and Thomas Richards, en Italia. Estuve ahí 8 años. Después, en 2016, me vine para Buenos Aires a dirigir un grupo de teatro en Casa Talcahuano, dirigía y trabajaba como actor también. En 2018 me invitaron de la Universidad de Nuevo México en EEUU a dar clases de actuación y dirección teatral. Y todavía estoy ahí. Por muchos años tuve mi banda que se llamó Engine, y después Quieto. Con músicos parisinos. Ahora nos tomamos un tiempo de pausa para enfocarnos en proyectos individuales”.
La idea de abordar el narcotráfico desde su arte tiene que ver con algo “largo y sencillo a la vez”. “Personalmente sentí que tenía que responder a lo que está pasando en nuestra ciudad, que tanto amamos. Sentí que quería dar una respuesta, poner alguna pregunta a la cuestión. Intentar transformar tanto dolor y miedo en algo distinto. El narcotráfico en Rosario es un tema importante en la obra, pero no es el principal. Lo usamos para ponerle el cuerpo a cuestiones que tienen que ver con lo humano, con esa dificultad que tenemos para tomar las buenas decisiones”, reflexiona Alejandro.
El texto de la obra fue un trabajo arduo y extenso, “quizá lo más difícil de todo”. “Hubiese sido mejor encontrar un texto ya escrito que hablara del tema. Nos hubiésemos ahorrado un año de laburo, y no exagero. La escribimos con muchas manos. En un principio estuvo Francisco Alonso escribiendo, después Santi (Dejesús), entre ellos dos, Mauri (Tejera) y yo siempre ahí, boceteando, cambiando, encontrando los conectores”, analiza.
Así fueron llegando a una historia que vincula varios personajes en los cuerpos de los dos actores en escena.
“Llegó un momento en que teníamos la idea del bolso con las tres historias que se van mezclando, los financistas, los mecánicos y los policías. Pero cuando pensamos que ya estábamos saliendo del túnel, en realidad nos estábamos metiendo en otro. Porque después había que contarlo de modo que se entendiera bien claro quién era quién. Dos actores haciendo como ocho personajes. Podemos escribir un libro entero del proceso de la obra. Porque también hay varias dramaturgias simultáneas. Siempre supimos que el texto hablado iba a ser anecdótico, y hasta bastante simple, realista, concreto. Y que las otras dramaturgias, las del actor (principalmente) y la del mapping y los videos, y la de la música y el cuerpo bailando, iban a terminar de armar el rompecabezas y crear una estructura menos lineal, más metafórica, abstracta, casi como un caleidoscopio del tema o de los temas: la narcocriminalidad, el lavado de dinero, y la violencia armada”.
En el largo periplo de investigación y escritura los creadores leyeron a varios autores, Carlos Del Frade, Germán de los Santos y Hernán Lascano, entre muchos otros. Hubo varios datos que llamaron su atención: El hecho de que “la operación del primer cargamento de cocaína en Argentina se hizo en Rosario, durante la dictadura, con Galtieri facilitando la cosa”. Que “las bandas narcos grandes funcionan como empresas multinacionales y operan exactamente igual que Nike y cualquier otra. Mismo mecanismo”. Que “Rosario batió varios récords de asesinatos. Que acá es la primera vez que se juzgó a un empresario (muy conocido) como jefe de una banda narcocriminal”. Se encontraron con “miles de historias terribles que obviamente superan la ficción, como la del escape fallido en helicóptero de una prisión de máxima seguridad. O los allanamientos de toneladas de cocaína encontrados en bolsas de arroz, de carbón, cajas rojas de Louis Vuitton. Delfines encontrados con cocaína en la sangre”.
Otra cosa que les resultó muy llamativa fue que “cuando hablas de esto con alguien en Rosario, todo el mundo tiene historias, conoce a alguien, conoce a alguien que conoce a alguien que está en la cosa, que estuvo, que murió, que sobrevivió. Es tan fuerte todo el tema y tenemos tanta necesidad de compartir lo que sentimos que me encanta que la obra pueda ser un catalizador. Hay que hablar, decir, preguntar, contar. Siento que eso es importante. Más allá de lo anecdótico. Que digamos cosas, porque hay distintas tapas, como estratos”.
Uno de los problemas que la obra intenta trabajar es vencer el silencio. “Mientras más expongamos el miedo y por ende el coraje, más claro se pone el panorama. Hablar del narcotráfico es hablar de nosotros y del sistema donde vivimos”, señala.
En una charla radial que los actores mantuvieron con Carlos Del Frade, le consultaron si veía alguna salida y el periodista, que alguna vez supo poblar las páginas de El Eslabón, contestó: “El narcotráfico es la más pura expresión del capitalismo”. De todos modos, por sobre la profundidad del problema mientras más personas puedan salvarse de todo ese entramado las posibilidades se multiplican. “Cada vida es un universo”, reflexionó Del Frade.
La estética de la obra fue construyéndose de a poco. El equipo discutía cada decisión y los procesos colectivos llevan tiempo. “Sabíamos que queríamos tener una impronta urbana y muy actual, Rosario 2024 o 2025. La ropa de los personajes iba a ser ultra realista, algo que nosotros mismo podríamos usar en la calle, que sea lindo, seductor, fachero, que la gente te quiera decir «alta onda, amigo»”.
En esa visión urbana, actual y hasta algo futurista el grupo decidió darle cierto protagonismo a las pantallas que inundan las interacciones y el paisaje actual. “No queríamos tener sólo pantallas como escenografía, pero tampoco queríamos estar moviendo paneles de acá para allá todo el tiempo. Entonces apareció la idea de telas blancas casi transparentes que son como velos. Y como estábamos trabajando con una sopladora de viento nos pareció que iban bien juntas, que pertenecían al mismo universo. Y que daban una sensación fantasmagórica y también limpia, blanca y elegante. Una ciudad fantasma”.
Sobre esas telas se proyectan imágenes “casi documentales de Rosario y la violencia; Rosario y los allanamientos; Rosario y el narcotráfico, Rosario y el lavado de dinero”.
También incorporaron muchas escenas de danza “como una coreografía, de movimientos y de acciones” que aportan al contexto y la construcción de momentos de la obra.
La obra tiene mucho de música y proyecciones, por momentos pareciera un boliche y los creadores advierten al público sobre la utilización de sonidos fuertes y luces estroboscópicas.
Pibes bien cuenta con el apoyo de la Universidad de Nuevo México y fue declarada de interés municipal por el Concejo Municipal de Rosario.
Además de los actores y el director, la obra cuenta con la producción ejecutiva de Cecilia Ducca, dirección de videos de Trevor Meier, proyecciones y mapping de Lucas Roldán, dirección de arte y diseño de vestuario de Carolina Cairo, diseño de luces de Ignacio Farías y escenografía realizada por Agustín Pagliuca.
El 15 de noviembre, a las 21, los Pibes Bien tendrán su primer encuentro con el público en La Sonrisa de Beckett (Entre Ríos 1051). La obra también podrá verse los sábados 16 y 23, y el viernes 22 de noviembre.
Publicado en el semanario El Eslabón del 09/11/24
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