En el bosque que olvidaste

I.

No me mordías, acercabas
un fruto para que oliera, mi cazador
sin garras. Mientras te amé fui una avispa
polinizadora, hilé la dulzura para que llegues
con la lengua suave y escarbaste, murciélago
de la fruta. Mientras te amé fui
una adoradora de tus manos, tu zumbido quieto
desde mi casa*higo sin futuro no escribí
ni un solo poema de amor. 

II.

Completás una nueva revolución solar, murciélago
de la mentira. Se expande la mordida en el cuello, revienta
el caño del calefón como cuando recién nos mudamos, después
de la primera ducha e inmersión, entre las telarañas
descubrimos que la cañería estaba podrida,
me pregunté si era una mirilla, un mensaje,
si me estaba acomodando adentro
tuyo en el andamiaje roto,
construyendo sobre una estructura
vencida, si algo nos iba a abrir las ventanas
en la noche para hacer un nido de a poco
sin que me diera cuenta.

III.

Cuarenta en años perro, lo llevaste al patio
unas caricias detrás de las orejas, la mano
de trabajador en la mandíbula,
el arma entre los ojos. Amo favorito,
tu pasión por rendirte fue lo último
que vi en este cuerpo cachorro.

IV.

Vampiro, me dijiste
que fue todo un error.
Te dejo en tu tumba, no voy a tu encuentro
en mi camisón blanco.
Ya no más debilidad como moneda
de mi país. Volví a comer carne después
de separarnos
me pregunto si amarte fue morder el cuello
del hambre, volverme adicta a la nada.

V.

Mis amigas forman una trampa de hadas
a mi alrededor, círculo de hongos
para sentarnos a leer tus mensajes
llenos de excusas y reírnos
un tintineo divino que flota ja ja jaaaaa.
Mis amigas son plantas carnívoras
banquete de moscas pesadas, cuidan
el desperdicio que me quedó cerrando
la boca despacio tragan
las lágrimas y las comparten, unidas por el micelio
por debajo de las cosas
reino de lealtad
mutualismo asesino de parásitos.

Foto: Pablo Castagnola

Publicado en el semanario El Eslabón del 31/05/25

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