El gorilaje reincide, el Peronismo Vuelve

Multitudes en todo el país se manifestaron contra la proscripción política a Cristina Fernández de Kirchner disfrazada de condena judicial. El antiperonismo insiste con su disciplinamiento a la clase trabajadora y el pueblo, como en 1955, ofrece resistencia.

Pasaron las 17 de un gélido martes 10 de junio y la militancia peronista se pregunta si se vendrá otro 17, otro 1955, otro 1976, otro 2001. En el centro de la Plaza 25 de Mayo, en Rosario, la bandera argentina replegada en el mástil encadenado, como imantada, retraída o acaso apachuchada, metaforiza al estancamiento de un Poder Judicial encaprichado con ser garante del antiperonismo, que por condición intrínseca de su estática, sólo levanta polvo cuando pisa fuerte, cuando aplasta flores y porvenires.

La noche anterior, luego de una reunión de emergencia, la dirigencia del Partido Justicialista a nivel nacional no convocó a movilizar a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, por eso una gran parte de la militancia orgánica del territorio federal se quedó en su localidad. Cristina Fernández de Kirchner dio el lunes un emotivo discurso, como acostumbra, por las víctimas del fusilamiento de José León Suárez.

Cosechar la democracia no fue fácil en Argentina, la dictadura cívico militar clerical costó muchas vidas; el gorilaje, también. Aunque el crujiente sistema educativo no contemple que la Fusiladora fue un golpe de Estado. Las vidas peronistas parecen valer menos cada día. Las martirizan porque no toleran sus heroísmos.

La condena es un múltiplo. No podría derramarse esta injusticia sin las centenas de primeras planas tendenciosas del Grupo Clarín, que no desapareció, que sabe bien lo que es desaparecer, que fue cómplice de 30 mil desapariciones por su complicidad civil con el golpe de Estado. Tampoco se podría entender si el intento de magnicidio en 2022, por el cual esta plaza se desbordó más que hoy, asueto mediante, pero ningún quilombo se armó; quizá, una vez más, Cristina puso primero la Patria y evitó un estallido social en el gobierno que conformó. No se explicaría este presente sin aquella indiferencia masiva, sin los discursos de odio infectando las redes bajo las ganas de que la bala saliera.

Democracia no es sólo que gobierne quien saque más votos, también es respetar la Constitución Nacional Argentina, el Código Procesal Penal de la Nación y el Código Civil y Comercial, los acuerdos internacionales. Con la condena ratificada por la mafia del Partido Judicial no falta quien se pregunta: “Si esto no es una dictadura, ¿qué es?”. Con proscripción política no hay democracia. Pero el ataque no es a una dirigente cualquiera. Al antiperonismo no le interesan las instituciones y, aunque quizá no debería ser así, no sale a la calle ninguna persona a la que no le guste para nada Cristina. El gorilaje es orgánico. Al enemigo, ni justicia.

Más allá del peso específico de la presidenta del Partido Justicialista, el Poder Judicial no funciona. La impunidad para los oligarcas y la persecución a la clase trabajadora y a quienes se animen a representarla espeja un modelo económico que invita a evadir a la élite y pagar al pueblo. Mascota del Poder, jamás.

Tres mujeres juegan al burako en la heladería de la esquina. Algunos provocadores tocan bocina, a juzgar por las letras de sus patentes, con autos comprados durante los gobiernos de la Yegua. Si se los rompieran hoy tendrían que vender los dólares del colchón para pagar los repuestos. A Rosario se la llamó la capital del peronismo por la furia con la que movilizó en la resistencia. Sin embargo, hoy se ven más historias de Instagram, memes y tuits que cuerpos en la Plaza 25 de Mayo. Lo común no es el festejo ni la resistencia, sino la apatía. ¿Cómo carajo se combate eso?

Salto a la primera persona porque la tercera de la crónica ortodoxa implica una distancia que no soporto. Hay que poner el cuerpo. Debemos dejar la casa y el sillón. Una parte de mis compañeras y de mis compañeros dicen que esto nos va a fortalecer y a organizar. No sé a qué costo. Pero entiendo que, a casi 80 años de su fundación, el peronismo promete no tener techo y a veces juega impredecible. Su enemigo, en cambio, no tiene escrúpulos, es previsible, opera de manual. Debajo de su accionar hay petróleo. Bah, había. Lo vendieron para planchar el dólar y, aún así, nos siguieron endeudando. Si no pudieron los bombardeos y los fusilamientos, no van a poder tres jueces puestos a dedo desde un tribunal vallado porque podrán tener poder, pero tienen miedo.

Si las Madres y las Abuelas pudieron organizarse contra todo pronóstico y conquistar sus victorias desde el amor, la comunidad organizada de esta ex democracia no debe ser mucho menos.

Acá no sobra nadie. Sin embargo, defender la Patria y la democracia son entelequias o eufemismos cuando sos peronista y no nombrás a Cristina. Se huele dirigencia oportunista y, aunque haga falta, es sabido que hay perros que aunque les digas “león” y vengan, siguen siendo perros.

Las lágrimas amenazan con desbordar los ojos, pero caen espaciadas por los rostros curtidos a la fuerza del rigor del poder real. Militantes saltan de estados de ánimo. Tristeza, angustia, decepción, enojo, rabia, furia, esperanza, recelo, bronca. “¿Qué vamos a hacer ahora? ¿Cómo vamos a seguir? ¿Qué se hace? ¿Qué quilombo se va a armar?”, resuena en esta orquesta con forma de plaza.

En la tercera sección de la provincia de Buenos Aires, CFK tiene más del 50 por ciento de intención de voto. A la dos veces presidenta mandato cumplido, a la persona más votada después de Perón, no pudieron jubilarla por el sufragio universal; tampoco logró hacerlo el Congreso de la Nación Argentina. Un tribunal farsante consigue lo que el Pueblo no los dejó. La condena es política; la justicia, fachada. Y es condena a un pueblo, a un movimiento, a una clase, a un sistema de gobierno y a un cuerpo. Ese disciplinamiento cae sobre los hombros de Ella. Ella es quien pone el lomo a sus 72 años, no otra persona. Supo conducir un movimiento, organizar una comunidad, hacer feliz a un pueblo. Y esa capacidad no es gratis. En este país se cobra a hierro y fuego, a sangre, a pura muerte, a todo gramo.

Que ciertos peronistas hayan tenido que esperar a su condena para volver a legitimarla sólo subraya lo que piden hace una década: que dé un paso al costado. Lo esperaban los y las leales cuando no les conviene ser desleales.

Detrás de los partidos que se pierden antes de empezar siempre está el fracasado de Mauricio Macri, el verdadero cáncer de la democracia contemporánea, a quien ni siquiera le dio para ser reelecto; como acaba de comentar la conductora del peronismo. Nos hacen discutir Estado de Derecho para no debatir, por ejemplo, soberanía nacional. Removemos los cimientos sin poder elegir dónde vamos a construir el techo.

Los mejores verbos son nuestros. Ellos no tienen chispa para conquistar. El gorilaje reincidió con su intento de tapar el sol con la mano, de adiestrar a un justicialismo que no perdió su espontaneidad y que ahora se reordena, que resiste y siempre vuelve, cual Hidra de Lerna. El peronismo es un síntoma, por mucho que intenten callarlo no podrán evitar su devenir.

Publicado en el semanario El Eslabón del 14/06/25

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