¿El periodismo IA fue?
El uso de la inteligencia artificial, siempre bajo supervisión humana. Es o no un aliado para la labor de cronistas. Una herramienta mirada de reojo por unos, y utilizada acríticamente por otros.
El uso de la inteligencia artificial, siempre bajo supervisión humana. Es o no un aliado para la labor de cronistas. Una herramienta mirada de reojo por unos, y utilizada acríticamente por otros.
Hace mucho tiempo en alguna lejana sala de redacción se disparó el debate sobre si es legítimo o no usar inteligencia artificial (IA) para hacer periodismo. Estos lugares, en tanto, se fueron transformando en espacios virtuales o grupos de alguna plataforma de mensajería instantánea, donde la catarata de texto e imágenes alimenta a una máquina insondable que es propiedad de alguna corporación trasnacional.
Esta reconfiguración del oficio de escribir –entre otros–, donde el encuentro físico fue desplazado por las pantallas, se viene gestando desde hace años; la pandemia de 2020 consolidó el aislamiento y lo instaló por defecto. El panorama cambió. Los viejos meados se reúnen y hablan al pedo mientras los jóvenes le preguntan todo a ChatGPT o Grok y obtienen certezas. La IA produce contenido, llena el vacío de la duda y los pibes tiran postas mediante videos verticales breves.
En este escenario, periodistas y creadores de contenido compiten por el bien más preciado de la era de la información, el más escaso, la atención. Se trata de una disputa desigual porque los algoritmos de las plataformas son los nuevos editores, es decir: son quienes definen qué se lee y qué se omite.
Nuevo pero no tanto
La inteligencia artificial generativa aprendió de búsquedas en internet, de diálogos mediados por redes digitales y se nutre de diversas otras fuentes. Así arrancó Google, desde un garaje, en los tiempos en que el correo electrónico se ofrecía como un servicio gratuito y nadie entendía cuál era el negocio que había detrás. “Si es gratis, el producto sos vos”, fue la advertencia y aceptamos las condiciones. Los modelos de lenguaje son una evolución de todo eso y, entre otras herramientas, han construido las más evolucionadas máquinas de escribir.
En cuanto al trabajo reporteril, redactar con IA puede ser parecido a lo que en algún foro de narrativa digital se describió como “periodismo de culo gordo”, esa práctica de copiar, pegar cables y fragmentos tipeados por otros y otras, desde la comodidad de una silla sin moverse a meter los pies o la cabeza en la fuente porque alguien ya lo hizo. Se trata de una práctica común que tiene reconocidos especialistas en el gremio.
Si bien todo lo que hace la humanidad desde que bajó de los árboles es copiar e imitar, actividad que forma parte de los procesos de aprendizaje y que está en el origen de toda obra que se pretenda original –nadie crea de la nada–, existen límites éticos y las audiencias lectoras tienen derecho a saber a quiénes se está citando en tal o cual artículo.
La inteligencia artificial generativa opera de modo similar pero como tiene cuerpo de máquina no puede hacer trampa y tiene la obligación automática de citar las fuentes. Así funcionan modelos de lenguaje como ChatGPT, su competencia china DeepSeek y Grok, del magnate Elon Musk. En tanto, Meta AI –del emporio Facebook, WhatsApp e Instagram– y Gemini, –de Google– no lo hacen de primera mano pero no se ofenden si se les pregunta en qué basan sus afirmaciones.
¿Qué pasa acá?
El informe “Usos del ChatGPT en la prensa escrita de Argentina”, realizado en 2024 por el equipo que dirige el investigador santafesino Martín Becerra, aporta datos relevantes. Señala que “las redacciones casi no han desarrollado políticas claras” sobre el empleo de este modelo de lenguaje en las rutinas de trabajo y reconoce que “la mayoría de los periodistas considera necesaria la formación específica en estas tecnologías”.
El trabajo realizado desde la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Facultad de Sociales en la UBA afirma que este modelo de lenguaje, desarrollado por la empresa OpenAl es percibido como “un aliado en la labor periodística”, y entre sus principales aspectos destaca “su uso muy frecuente en actividades que configuran el núcleo creativo del trabajo profesional”, así como “la relación entre su incorporación a la rutina laboral en un contexto de pluriempleo”.
La investigación concluye en que “el uso de ChatGPT no es percibido como una amenaza inmediata para el oficio”, a la vez que reconoce que “se plantean preguntas sobre el futuro del periodismo y el equilibrio entre innovación tecnológica y responsabilidad profesional”. También advierte sobre “la posibilidad de sesgos algorítmicos, errores informativos y la necesidad de supervisión humana constante”.
¿Para qué sirve el periodismo?
A modo de ejercicio práctico se le planteó este interrogante a ChatGPT –el modelo de lenguaje con más marketing– y esta fue su primera respuesta:
“El periodismo cumple una función esencial en la sociedad. Sirve, fundamentalmente, para:
Informar: Proporciona a la ciudadanía información veraz, oportuna y relevante sobre lo que ocurre a nivel local, nacional e internacional. Esto permite que las personas tomen decisiones fundamentadas en su vida cotidiana.
Vigilar al poder: Actúa como un contrapeso frente a los gobiernos, empresas y otras instituciones de poder. Investiga, denuncia abusos y promueve la rendición de cuentas.
Dar voz a los sin voz: Visibiliza problemas, comunidades o personas que, de otro modo, serían ignoradas. El periodismo puede destacar realidades marginadas o silenciadas.
Formar opinión pública: Ayuda a construir un espacio común de discusión y debate sobre los asuntos más importantes de la sociedad, contribuyendo al fortalecimiento de la democracia.
Educar: A través del contexto, el análisis y la explicación, el periodismo ayuda a entender fenómenos complejos, desde la economía hasta el cambio climático o las dinámicas sociales.
Preservar la memoria colectiva: Registra los acontecimientos históricos para las futuras generaciones, ayudando a construir identidad y memoria cultural.
En resumen, el periodismo no sólo informa, sino que fortalece la democracia, promueve la justicia social y protege los derechos humanos. Cuando se ejerce con ética y rigor, es una herramienta poderosa para mejorar la sociedad.”
Gracias máquina.
Usar bajo supervisión humana
La polémica de aquella sala de redacción sigue vigente. Las máquinas escriben, pero no piensan, ni mucho menos dudan, al menos por ahora. La ciencia ficción distópica y la literatura ciberpunk advierten sobre futuros totalitarios donde tecnologías oscuras dominan a la humanidad y la reducen a la esclavitud. El temor es natural y esto sucedió alguna vez con la fotografía, hubo quienes creyeron que las imágenes robaban el alma del retratado.
Hay capacidades humanas que no pueden ser delegadas y la capacidad de hacer preguntas, propia del oficio periodístico, es una de ellas.
Publicado en el semanario El Eslabón del 07/06/25
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