Foto con Di María
El retorno de Fideo a Rosario Central despertó expectativas en propios y extraños. Las mujeres en su vida y su papá Leproso. En el medio, repudiable sanción a pibes por fotografiarse con Malcorra.
El retorno de Fideo a Rosario Central despertó expectativas en propios y extraños. Las mujeres en su vida y su papá Leproso. En el medio, repudiable sanción a pibes por fotografiarse con Malcorra.
No recuerdo cómo lo contacté, si saqué su número de la guía telefónica o alguien me lo pasó. Era agosto de 2014. Lo llamé y acordamos la entrevista en su casa. Miguel Di María nos mostró –al cronista y fotógrafo de este medio– orgulloso la colección de camisetas de su hijo Ángel, que por esas horas era noticia por su pase récord al Manchester United.
Me sorprendió lo linda que era esa casa. Un tele gigante para la época, y hasta un jardín en el medio del living. Las paredes, blancas e impolutas, ya no estaban negras por el carbón como en la casa anterior de la familia. Ahora, de allí colgaban retratos, cuadros, la medalla de los Juegos Olímpicos, entre otras reliquias. “Esa es de cuando jugó en Central”, señaló el papá a la auriazul encuadrada con la número 20 en la espalda. “Es su club, porque hizo las inferiores ahí y representó gran parte de su infancia”.
Miguel –que de chico jugó en inferiores de River pero se volvió a Rosario porque extrañaba, como le ocurre a su hijo ahora– reprobaba la cifra de aquella transferencia. Cuestionaba “la plata que se pagó, no sólo por Ángel sino por todos los jugadores”, que era “exagerada”, que “con la situación que atraviesa el mundo, es mucho el dinero que pagan por un futbolista”.
Del pasado como laburante nos contó sobre la mano que le daba Angelito (“me llenaba día por medio unas cien bolsitas de carbón”), y que lo mandaron a practicar fútbol por recomendación médica. Que “era hiperactivo, inquieto”, que solían llamarlo desde la escuela “porque hacía algún desastre”. Y que por eso llegó al club El Torito, a unas cuadras de su casa de Perdriel 2066. En esa cuadra, que no conocía el asfalto, “se había dedicado a exprimir el suelo embebiéndose de la energía de la tierra y de la fortaleza del cascote”, escribió Lucrecia Sabadotto en el libro Semilleros. A esa calle la lleva tatuada en la piel y en la banda de amigos de entonces, que siempre conserva.
Porfiado, Ángel Di María intenta aunque las cosas no le salgan. Desde gambetear a un rival o arriesgar un pase. Cuando jugaba en PSG y Scaloni no lo convocó a la Selección, no fueron pocos los que lo mandaron a tomarse, tranquilo, un café a la Torre Eiffel. También porfió su retorno a Central. Una cabeza de chancho con una bala, plantada en la puerta de la casa de un familiar –entre otras amenazas– lo impidieron. Su “pecado” fue expresar en reiteradas entrevistas su deseo de regresar, pero priorizando a su familia.
Ángel, patria y familia
“¡Qué mujer!”, destaca un posteo en redes sociales, con la foto de Jorgelina Cardozo, la esposa de Di María, antes reprobada por la vuelta fallida del jugador, ahora celebrada. Entre comentarios en serio y memes, sobre sus hombros cargan algunos males de su marido. Pata fundamental de las decisiones familiares –queda claro en Romper la pared, documental de Netflix– al mundo del fútbol le incomoda esa injerencia. Juan Branz, ex jugador, Doctor en Comunicación y experto en masculinidades, me dice que este deporte tan popular “sigue siendo conservador” pese a ciertos avances. “En esa estructura hay roles legítimos como que la mujer acompañe al varón”, y no que compartan decisiones. Peleadora con los periodistas deportivos críticos, fue un blanco fácil en el mercado de pases anterior. “Tenían un chivo expiatorio muy a mano, que es demonizar a una mujer. Es una práctica habitual”, remarca el autor del libro Machos de verdad.

Otra mujer también fue clave en la carrera de Di María. Diana Carreño, su madre, pedaleaba kilómetros de cuadras para llevarlo a Central. De ahí el sentido homenaje de su hijo en una historia de Instagram: “Agarrá la bici que volvemos a empezar”.
Sólo los chicos
Rosario Central y Newell’s también se cruzan en esta historia. Hincha de la Lepra, Miguel Di María intentó cambiar de vereda a su hijo cuando no tenía lugar en el Canaya. Pero pronto apareció Ángel Tulio Zof, Don Ángel, y lo subió a Primera. El histórico y tantas veces DT de Central, antes de ser ídolo en Arroyito dirigió a Newell’s. ¿Y si lo cancelaban como a los pibitos leprosos que se sacaron una foto con Malcorra?
Con el criterio de la actual dirigencia rojinegra, también deberían prohibir a los hinchas que aplaudieron a Di María en el Coloso, en la despedida de Maxi Rodríguez. Ex jugador del club, ahora escritor, Kurt Lutman ha confesado su admiración por el ex canaya Tom Arriola. “Nunca grité ni voy a gritar un gol de Central”, aclara en un cuento, pero admite que deseó que “ese morocho con el cuerpo todo escrachado mojara, se colgara del alambrado y se alejara un paso más del hambre”. El Kily González y su amor a Marcelo Bielsa. El Negro Fontanarrosa, en su emblemático 19 de diciembre de 1971, reconoció que ese Newell’s “jugaba que daba gusto”.
Las palabras “correctivo”, “disciplinamiento”, “medida ejemplificadora” que usaron los responsables del predio Malvinas para suspender (entrenamientos y becas) a los chicos de 9 años: ¿Es una ocurrencia de unos o el reflejo que devuelve el espejo de la sociedad futbolizada?
“¿Quién dijo que jugar antes en Racing y ahora en Independiente es una traición?, si estamos jugando. ¿No es que era un juego?”, se pregunta Alejandro Dolina en el streaming AZZ, y recomienda tomarse en serio el fútbol, pero “por un rato”. Acepta que es necesaria esa “fe poética” para disfrutar del juego, pero alerta sobre los excesos. De lo contrario, remarca en otra entrevista, “es como ir al teatro y esperar a la salida al que hace de traidor para pegarle”. La afirmación de que el clásico rosarino es el más picante del país, el más bravo, ¿no esconde cierta jactancia? Los programas de fútbol conviven, dice Dolina, “porque convierten un juego en una cosa de vida o muerte”.
Publicado en el semanario El Eslabón del 07/06/25
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