¡Sí, maten al mensajero!
La libertad de expresión sufre uno de los mayores ataques en democracia y pone en crisis el rol de las y los periodistas. La opinión de dos especialistas en derecho a la información: Graciana Peñafort y Damián Loreti.
La libertad de expresión sufre uno de los mayores ataques en democracia y pone en crisis el rol de las y los periodistas. La opinión de dos especialistas en derecho a la información: Graciana Peñafort y Damián Loreti.
En un contexto hostil para el periodismo, se hace impostergable el debate hacia dentro de lo que antes se denominaba “el oficio de la palabra” y que en la actualidad comprende un abanico de nuevas formas tecnológicas, pero que se encuentra con los mismos y viejos dilemas de la ética y el derecho a la información. Así, las y los trabajadores de prensa, en el marco de la semana del Día del y la Periodista, propusieron un encuentro abierto a estudiantes y profesionales de la comunicación titulado “La libertad de expresión hoy, periodismo y derechos en el gobierno de Milei”. Los panelistas fueron Graciana Peñafort, abogada, docente, legisladora de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y coautora de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual; y Damián Loreti, abogado, profesor universitario en Libertad de Expresión y ex vicedecano de la facultad de Ciencias Sociales (UBA).
La charla debate fue organizada por el Sindicato de Prensa Rosario (SPR) y se desarrolló el jueves pasado en la sala de la sede universitaria de Maipú al 1000. Como invitados especiales estuvieron estudiantes de distintas instituciones formadoras de periodistas como la Escuela de Comunicación Social de la UNR, el Iset N°18 y el Instituto de Periodismo Rosario (IPR).
La masiva convocatoria de jóvenes dio lugar a una necesaria evocación histórica sobre los distintos momentos que atravesó el periodismo en las últimas décadas para atarlo a un presente complejo. En un clima en general pesimista por un gobierno que básicamente tiene a la mentira y la difamación como los principales arietes de su estrategia de comunicación, también hubo lugar para una reivindicación optimista: los periodistas de hoy tienen “la oportunidad histórica” de relatar, de ser testigos de momentos increíbles y difíciles pero también “el honor de acompañar la lucha, la resistencia y la epopeya de nuestro pueblo”, vaticinó al final el secretario general del SPR, Edgardo Carmona.
La verdad, la víctima primera
La preocupación no es menor. “Voy a sentir que les hablo de Kosovo”, arrancó Peñafort. “Es la situación de una libertad de expresión en periodo de guerra”, definió.
“El ejercicio del periodismo como manifestación de la libertad de expresión es una actividad que está en peligro por cosas tan básicas como el retiro de la pauta de los medios que lo pueden necesitar, hasta cosas tan graves como el condicionamiento a la prensa”, advirtió.
“Todos vimos el escándalo de un periodista (por Jony Viale) recibiendo las preguntas y eso también es contrario a la lógica del periodismo, que tiene más que ver con la verdad y no con la operación”, diferenció la abogada. “El problema es que nos hemos acostumbrado a llamar periodistas a operadores. Y son cosas bien diferentes. Hasta me puede divertir un operador, lo que no voy a hacer es decirle periodista, son dos cuestiones bien diferentes”, aclaró.
“Están en peligro las condiciones del desarrollo del periodismo. Les hablaba de la pauta oficial, ni hablar de la absoluta ausencia de concursos o cuestiones que permitan acceder a nuevas licencias e incluso, hay fuertes restricciones para sostener las licencias que ya existen. Y el hecho más grave, además, y como pocas veces se ha visto –porque casos de censura y de condicionantes para acceso a frecuencia y a medios de comunicación no son nuevos en la Argentina–, es que vemos a quienes ejercen el periodismo en riesgo personal”, sostuvo Peñafort.
“Voy a traer a colación un caso que hemos leído en los diarios, que fue el caso de (el periodista de La Nación, Hugo) Alconada Mon. Publicó una filtración que tenía de la Comisión de la Bicameral de Inteligencia en la cual se expresaba y documentaba que el Plan de Inteligencia preveía, dentro de sus objetivos, controlar la comunicación social con unidad específica sobre aquellos que cuestionaran la veracidad de los relatos oficiales. Para eso iban a usar la ley de inteligencia. No lo puedo creer. No puedo creer que un funcionario, que no sea ágrafo, haya llegado a escribir esa ley y la haya presentado. Lo grave es que, luego de publicar esto, Alconada Mon recibió amenazas, le intentaron hackear el Whatsapp, le intentaron hackear sus medios de comunicación electrónica, con total naturalidad”.
El nuevo enemigo
“Veo una situación específica desde el Poder Ejecutivo y sus funcionarios, que tiene que ver con alentar algo que es peligrosísimo, que son los discursos de odio contra el periodismo”, destacó la legisladora porteña de origen cuyano, nació en Mendoza y vivió en San Juan.
“Javier Milei ganó con el típico esquema de triunfo de las nuevas derechas, que es la generación de un enemigo. En una sociedad enojada, se genera un enemigo contra el que se hace causa común. Para Milei fue la casta, pero ahora tuvo que cambiar de enemigo y buscó a los periodistas o los medios de comunicación. Y está construyendo un discurso de odio en relación a este nuevo enemigo que, además, a diferencia de la casta, no cuenta con las posibilidades de defenderse porque en general los periodistas no andan con seguridad, no andan con custodia. Y hay una clase social muy enojada, muy exacerbada, que puede dar lugar a cuestiones de violencia”, recalcó Peñafort, también abogada de periodistas como Roberto Navarro, atacado a golpes por un fanático hace un mes; o de Ari Lijalad, denunciado por el propio Milei por calumnias e injurias.
Para Peñafort, estas presiones sobre “la libertad de decir”, tienen como grave efecto “la autocensura”, no sólo entre los periodistas sino entre el resto de los ciudadanos. Para la abogada, incluso, los usuarios de redes sociales ejercen autocensura por miedo a la represalia a insultos, agravios y denostaciones.
“La derecha siempre genera un grupo de actos y estrategias de ataque muy similares. El problema de estas estrategias de ataque básicamente es que están afectando algo que es lo que se llama un derecho sistémico, como es la libertad de expresión ¿Y por qué es un derecho sistémico? Porque no podemos hablar del sistema democrático si no hay libertad de expresión”, definió la especialista.
Los dueños de las nuevas plazas públicas
Damián Loreti, catedrático de Derecho a la Información impulsor de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, aprobada por las cámaras el 10 de octubre de 2009, también coincidió en que el periodismo atraviesa un contexto muy complicado, en el que la libertad de expresión es “fruto de unas empresas que son propiedad de unos señores que se transformaron en los dueños de las llamadas nuevas plazas públicas, lo que implicó un vaciamiento del funcionamiento económico del sistema mediático”.
“Ponen en vilo un montón de fuentes de trabajo, ponen en vilo un montón de fuentes de pluralismo, ponen en vilo la existencia misma del ejercicio de libertad de expresión en el marco de plazas privatizadas”, definió.
Para Loreti no sólo es un problema local. Además del impacto del retiro de la pauta oficial a los medios destacó. “hay que sumarle la incidencia de todo el ajuste que deja de cumplir con las obligaciones del Fondo de Financiamiento del Cine, los libros, bibliotecas, la Conabip (Comisión Nacional de Bibliotecas Populares), los medios comunitarios, el desarrollo de los medios regionales en general y el desfinanciamiento de todo el sistema científico universitario”.
“Es un problema serio, mundial, en la Argentina con particular énfasis en el avasallamiento de toda instancia de búsqueda de verdades científicas y periodísticas, y de la verdad de cada uno en materia de libertad de expresión. Cada uno a su escala es un problema sistémico, más grande”, graficó el profesor, y acotó como ejemplo: “No hay producción de ni una película en un año y medio, financiada por lo que todavía se sigue recaudando”.
Descenso a los infiernos
“Reporteros Sin Fronteras es una organización internacional que no está financiada ni por el chavismo ni cosas parecidas. El año pasado cuando sacó su ranking, lo que se llama el Index on Censorship (índice de censura), Argentina había bajado, entre el 1° de enero del 2024 y el 3 de mayo, 34 posiciones en el ranking mundial. Y este año bajó 14 más”, informó Loreti.
“Si ustedes estudian Derecho a la Información, o materias parecidas, sabrán que hay algo que se llama Relatoría Especial de Libertad de Expresión. Tampoco está financiada por el chavismo, ni por Nicaragua, ni por Cuba. Les voy a leer nada más la introducción al capítulo argentino del Informe Anual de 2024 (falta lo que transcurrió en 2025): «Se registró un deterioro acelerado del ambiente para el ejercicio de libertad de expresión en Argentina, caracterizado por la baja tolerancia del Poder Ejecutivo hacia la crítica y los procesos deliberativos» (…) «Se reportaron en alta frecuencia discursos estigmatizantes principalmente de altas autoridades del Estado contra periodistas y medios de comunicación y particularmente contra mujeres periodistas» (…) «Se observaron declaraciones de oficiales que buscaban desincentivar la libertad de expresión y exaltar la represión policial, en buena parte de las movilizaciones se registraron agresiones contra trabajadores de la prensa», (….) «Hubo deterioro en el debate público, se registraron también cambios significativos en el marco institucional relacionado con el acceso a la información, los medios públicos y la publicidad oficial» (…) «En particular se registró la adopción de nuevos marcos normativos restrictivos del Derecho a la Protesta Social y modificaciones regresivas y carentes de deliberación amplia en relación con la Ley de Acceso a la Información Pública»”
Ataque tras ataque
Loreti también dio cuenta del informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la OEA de 2024: «Definiciones a los periodistas de corruptos, delincuentes con micrófonos, mentirosos, ladrones, difamadores, extorsionadores, entre otros significativos lesivos a la labor informativa. Además, se manifestó públicamente que el 85 por ciento de los medios mienten todo el tiempo y además se deseó la quiebra de más de uno de ellos. Se registraron de manera consistente declaraciones estigmatizantes de altos funcionarios contra periodistas lo cual contribuye a crear el clima de hostilidad e intolerancia por parte de distintos sectores de la población y pueden colocar a periodistas y comunicadores en una posición de vulnerabilidad y riesgo de sufrir ataques».
“Antes de la reforma de hace dos semanas del sistema de acreditación en la Casa de Gobierno, la Relatoría cuestionaba que de acuerdo a la información recibida el Poder Ejecutivo habría propuesto la creación de lo que se denomina una Sala de Prensa de Elite que limitaría el acceso únicamente a «periodistas de fuste con experiencia y de medios altamente reconocidos que merezcan estar cerca del presidente»”, resaltó el catedrático.
“Está intervenido con el mismo interventor la Agencia de Publicidad Oficial que quedó de Télam, la Relatoría hace una mención sobre la importancia de Télam para los medios del interior del país, y está intervenido Radio y Televisión Argentina”, enumeró y siguió: “Está intervenido todo el sistema de información y comunicación estatal dependiente de la radio pública y las 49 emisoras que hay en el interior que están casi montada en la población, local más el canal público, más Paka Paka, más Encuentro, más DeporTV, más Cine.Ar. En términos de institucionalidad democrática, no sólo de libertad de expresión, es una situación catastrófica”.
Tolerancia, un desafío
“No es la primera vez que la libertad de expresión está en riesgo en la Argentina”, destacó por su parte, Peñafort. “Hemos desarrollado algún nivel de algunos mecanismos de defensa de la libertad de expresión. También hemos desarrollado algunas estrategias para poder pelear exitosamente para mantener esta libertad de expresión. Creo que es tiempo que lo recuperemos. Creo que es tiempo que nos acomodemos, nos sacudamos un poco el polvo de haber tenido gobiernos que con sus más o sus menos no se metieron por un derecho sistémico, y empecemos a hacer lo que tenemos que hacer”, definió.
“¿Y qué es lo que tenemos que hacer?— preguntó— Primero, defender nuestro derecho a decir, a buscar, a recibir información. Segundo, defender el derecho de los demás. Y tercero, y esto es también lo más difícil, aprender a tolerar los discursos. Yo no voy a tolerar el discurso de odio, pero hay discursos que a mí me parecen profundamente fastidiosos, por ejemplo La Nación más, no tengo ningún interés en escucharlo. Ahora, dicho esto, yo tengo que poder ser capaz de tolerar discursos que incluso nos fastidian. Porque defender la libertad de expresión es también defender la tolerancia. No hay libertad de expresión en un mundo donde no hay tolerancia”.
Publicado en el semanario El Eslabón del 07/06/25
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