Justicia social, agua bendita contra los males del mundo
Francisco desde el primer día apoyó a las organizaciones sociales y a sus dirigentes acusados de delincuentes y piqueteros, Fueron tratados por el Papa como “sembradores de cambio”.
Una de las particularidades de Francisco desde el primer día de su papado fue el apoyo a las organizaciones sociales. Sus dirigentes que eran acusados de delincuentes, piqueteros vagos o gerentes de la pobreza, fueron tratados por el Papa como “sembradores de cambio”.
Ante el avance de la nueva ultraderecha en el mundo, el concepto de “justicia social” funciona como el crucifijo o agua bendita contra los vampiros o el mismo Lucifer. O mejor, actúa como la propia luz del sol que directamente pulveriza al oscuro Nosferatu. El papa Francisco, ante la pregunta sobre cuáles podrían ser las defensas ante las ideas extremistas en boga, reafirmaba con tajante sencillez: “La justicia social, no hay otra”. Y ciertamente, neoliberales, ultraconservadores o libertarios anarcocapitalistas se retuercen ante la justicia social y echan espuma por la boca. Todavía resuena el eco de Javier Milei cuando en noviembre de 2020 calificó al Papa de “imbécil” y “representante del maligno en la Tierra”, por simplemente promover la justicia social y dar un lugar destacado a las organizaciones sociales.
Hace un año, el Sumo Pontífice, en una entrevista del periodista Gustavo Silvestre, al ser consultado si le preocupaba el auge derechista, dijo que “sí”. Y ante el comentario de un posible antídoto, no dudó: “Si vos querés discutir con un político o un pensador de ultraderecha, hablá de justicia social, hablá en horizontal”.
Pero no sólo fueron palabras, la acción de Francisco fue toda una revolución en varios planos y en especial en su relación con el emergente de un mundo de inequidades crecientes, el sector social representado por lo que a nivel local se denominó el movimiento piquetero.
Si la Iglesia debía adaptarse a los nuevos tiempos y comprender las necesidades de sus fieles, no podía dejar abandonados a los excluidos que se resisten a bajar los brazos, Francisco abrió las puertas a los movimientos sociales que comprenden, entre otros, a los sin tierra, desocupados, pobres estructurales, a los que trabajan en la informalidad, a los inmigrantes, en definitiva. Como él mismo lo definía, a los “descartados” de un orden mundial acechado por la injusticia y los discursos de odio.
El jefe de la Iglesia participó activamente en 2014 del primer Encuentro Mundial de Movimientos Populares en Roma, en donde plantó la bandera de “tierra, techo y trabajo”, del segundo encuentro mundial celebrado en julio de 2015 en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) y al año siguiente el tercer encuentro mundial que tuvo lugar en el mismo Vaticano.
El Papa definió a los movimientos populares en la encíclica Fratelli tutti como “poetas sociales, sembradores de cambio, promotores de un proceso en el que convergen millones de pequeñas y grandes acciones, enlazadas de forma creativa, como en un poema”.
“Imaginate qué caricia al alma era que nos dijeran poetas sociales cuando acá éramos piqueteros vagos, delincuentes o choriplaneros”, comentó Emilio Pérsico, líder del Movimiento Evita.
El acercamiento a los sectores más vulnerables fue un sendero que ya había elegido Jorge Bergoglio desde sus orígenes como religioso. Y su relación con los curas villeros se acrecentó aún más desde su llegada al Arzobispado de Buenos Aires.
“Desde sus comienzos sintonizó con la forma de ser y de vivir de los curas de las villas, destacaba que decidieron ir a vivir a los barrios y tener una cercanía con la gente, la construcción de la vida de la Iglesia desde el mismo barrio”, expresó a la agenda EFE el padre José María Pepe Di Paola, uno de los curas villeros designado por el Papa para organizar las parroquias y que ahora oficia en La Banda, provincia de Santiago del Estero. Destacó que Bergoglio iba a las cárceles y a los hospitales: “Visitaba los lugares donde nadie quiere estar”.
Al ser elegido como Papa en 2013, Jorge Mario Bergoglio, descendiente de inmigrantes italianos y nacido en el barrio porteño de Flores, no dejó sus convicciones fuera del Vaticano. “Pocas personas, creo que nadie, se preocupó por los movimientos populares como Francisco”, consideró Pérsico.
El dirigente social contó que hasta el mismo nombre de “movimientos populares” es una creación papal: “Nosotros nos llamábamos organizaciones piqueteras, luego organizaciones sociales, pero él nos bautizó como organizaciones populares. No existiría ni la Ctep (la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular) ni la Utep (Unión de Trabajadores de la Economía Popular) si Francisco no nos hubiera ayudado”, sintetizó.
Bergoglio asumió como arzobispo de Buenos Aires en 1998 y le tocó lidiar con la peor de las crisis política y económica argentina que generó el diciembre trágico de 2001. Ya con Néstor Kirchner en el poder, tuvo rispideces. Fue justamente una fuerte disputa generada en 2005 lo que propició que Pérsico se transformara en uno de los puentes entre ambos y así comenzara una relación mucho más estrecha.
“Nosotros lo conocíamos de la misa de los emigrantes, las prostitutas y los cartoneros, que él hacía una vez por año en la plaza Constitución”, recordó Pérsico, entrevistado en el streaming Gelatina.
Esa estrecha relación continuó con Bergoglio cuando se transformó en Papa con propuestas concretas hacia las dirigencias de los movimientos sociales. Pérsico recordó que junto a Juan Grabois fueron a Roma y Francisco le encomendó tareas específicas como armar capillas en las barriadas a través de lo que se llamó “Misioneros de Francisco” y a Grabois le encargó coordinar los movimientos populares internacionales.
Justamente Grabois, muy allegado a su Santidad y miembro consultor del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral del Vaticano, eligió para recordarlo en las redes sociales con una foto del Papa extendiendo un saludo a un cartonero. “Recordémoslo. Seamos buena gente, hagamos lo que podamos, no seamos tan malos… y asumamos la misión que nos señaló: cuiden a los pobres, estén junto a ellos y cuiden mucho a la Madre Tierra”, escribió en X.
– ¿Cómo le gustaría ser recordado?
– Era un buen tipo, hizo lo que pudo, no fue tan malo.Recordémoslo. Seamos buena gente, hagamos lo que podamos, no seamos tan malos… y asumamos la misión que nos señaló: cuiden a los pobres, estén junto a ellos y cuiden mucho a la Madre… pic.twitter.com/3894ixKjzz
— Juan Grabois (@JuanGrabois) April 21, 2025
El tema de la exclusión, el trabajo y las nuevas formas de explotación humana fue uno de los temas que Francisco puso sobre la mesa desde el inicio de su ponticiado.
Definió en “las tres T “(tierra, techo y trabajo) el punto central de la acción de estos grupos que trabajan en nombre de la dignidad humana, la justicia social y el desarrollo de los más pobres y rechazados”, toda una valoración de la militancia y el compromiso de dirigentes estigmatizados, desvalorizados, cuando no reprimidos y encarcelados.
Las tres T representaban para Francisco “un anhelo que debería estar al alcance de todos, derechos sagrado, recordados también por la Doctrina Social de la Iglesia”. Además, subrayaba que para afrontar ”el escándalo de la pobreza” no se debe recurrir a “estrategias de contención que únicamente tranquilicen y conviertan a los pobres en seres domesticados e inofensivo, sino convirtiéndolos ellos mismos en actores del cambio, para hacer soplar el viento de promesa que aviva la ilusión de un mundo mejor”.
En su último discurso en septiembre del año pasado en el Encuentro de los Movimientos Populares destacó: “La misión de ustedes es trascendente. Si el pueblo pobre no se resigna, el pueblo se organiza, persevera en la construcción comunitaria cotidiana y a la vez lucha contra las estructuras de injusticia social, más tarde o más temprano, las cosas cambiarán para bien”.
Publicado en el semanario El Eslabón N° 714 del 26/04/25.
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