Sin frenos no anda bien

Yo no sé, no. Manuel apareció de repente gritando “¡haganse a un lado que no tengo freno!” José, cuando lo tuvo a mano, lo abrazó sacándolo de la bici. Siguió unos 50 metros hasta que la frenó. Cuando se le pasó el susto, Manuel nos contó que venía tranqui y que en un momento la bici empezó a ir más rápido y los frenos no respondieron.

En la cancha de Yapeyú o la del Rincón, como la conocíamos, había uno que de arranque aparecía de 8 y al rato se convertía en un 7 rápido. Carlos decía “¡hay que enseñarle a frenar, es el wing que necesitamos!” Mientras, la Laura se quejaba porque nosotros sólo cuidábamos el campo de juego de la cancha del Cilindro. Ella nos decía “en el costado sur de la cancha, en ese lugar donde nos juntamos las pibas para verlos jugar, apareció una planta de ortiga que no para, parece desenfrenada en adueñarse en todo ese lateral”. 

Tiguin aparecía en la esquina donde nos juntamos con medialunas y algunas gaseosas. Decía que tenía una changa en la calesita que habían puesto en el terreno baldío por Biedma casi Iriondo. El trabajo era frenar el carrusel con la mano. “Lindo laburo. A veces no la freno a tiempo y le doy una vuelta de yapa a los pibes”, contaba. Ricardo y Juancalito, en tanto, estaban renegando con un tren eléctrico que en una de las curvas descarrilaba. “Estamos trabajando en cómo frenarlo en las curvas”, decían.

La pequeña Susi apareció el jueves con la cara larga y dijo “mi vieja no me deja ir con ustedes al baile el sábado, dijo que es hora de ponerme un freno”. Ese sábado había bailongo en el club El Pino, el que está por Francia cerca de 27 de Febrero.

Laura se armó un equipo de pibas y fueron ellas las que le pusieron freno al crecimiento de esa molesta hierba que es la ortiga. El flaco de la cancha del Rincón aprendió a frenar, y al tiempo estaba tirando centros para nosotros.  A la bici amarilla de Manuel la pudimos arreglar. Algunos decían que sufría de un misterioso desenfreno.

El fin de semana, viendo al tren pasar, Juancalito dijo: “Está pasando muy rápido y hay una curva cerca”. El día parecía domingo, las persianas de los talleres por Lagos estaban bajas, la voz del noticiero de la tele decía que el paro general se hizo sentir en todo el cordón industrial, referentes gremiales decían que era el comienzo para ponerle freno a la financiera. Cuando el carguero pasó la curva y siguió sin problemas, llegó la pequeña Susi con una desenfrenada alegría, diciendo: “Voy con ustedes al Pino”.

Publicado en el semanario El Eslabón del 12/04/25

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