Una historia social de maestras y maestros
Un libro compila las biografías de educadoras y educadores de América Latina no siempre tan conocidos (período 1800-1950) y que protagonizaron valiosas experiencias político pedagógicas que invitan a ser estudiadas y difundidas.
“Un niño, arrodillado en su asiento, nariz pegada al vidrio y cuerpo mecido por el ritmo del vagón, mira el paisaje a través de la ventana del tren. No cambiará su posición durante todo el trayecto entre Santiago y Talca, absorto en todo eso que le resulta totalmente desconocido. Es el verano de 1905 y se dirige, junto con una veintena de otros estudiantes de primaria, a conocer el mar. Forma parte de la primera Colonia Escolar realizada en Chile, en el entonces aristocrático balneario de Constitución, en la costa de la provincia del Maule. Recorriendo el vagón para supervisar que todo esté en orden, Domingo Villalobos, profesor normalista, lo observa durante un momento, sonríe satisfecho y atesora esa imagen en su memoria para compartirla meses después, en el marco de una charla pública en el Ateneo de Santiago, en noviembre de ese mismo año, ocasión en que presentaría un balance de esta primera experiencia”.
La historia la comparte el libro Maestras y maestros en América Latina (1800-1950), compilado por José Bustamante Vismara, Alex Loayza Pérez y Pamela Reisin, editado por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Perú) y el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), y es de acceso libre en su formato digital.
Quien recupera la experiencia de este maestro y la escribe para este libro es el educador e historiador chileno Pablo Toro Blanco. Su trabajo lo titula Domingo Villalobos Bobadilla, fundador de las colonias escolares (Chile, 1865-1909). Profundiza en contar quién fue este docente, en qué contexto le tocó actuar y su preocupación “por el bienestar de la infancia popular”.
Es inevitable leer la historia de este maestro chileno y el empuje a las colonias escolares y no asociarla con lo que pasa en la Argentina actual, cuando el gobierno nacional, liderado por La Libertad Avanza, decidió desprenderse de los complejos de Chapadmalal y Embalse Río Tercero y ponerlos a la venta. Dos espacios creados por Perón y destinados para el turismo social, y que miles y miles de chicas y chicos disfrutaron.
Quienes trabajaron en la producción de este libro –señalan en la presentación– se propusieron “contar historias de maestras y maestros en América Latina; relatos articulados por referencias de archivo que, hilados en diálogo al contexto político, cultural o económico, permitan atender a los procesos en que estos actores estuvieron involucrados. Una tarea en la que colaboraron docentes e investigadores de Colombia, Perú, Argentina, Brasil, Uruguay, Chile y México.
La compilación busca contribuir –aseguran sus autores– “en la construcción de una historia social de maestras y maestros mediante ensayos biográficos sobre aquellos que no necesariamente hayan trascendido por su actuación política o intelectual y que, sin embargo, tuvieron significativas experiencias en los momentos en que vivieron”.
En el libro se citan referencias y antecedentes relevantes para su confección, entre ellos la producción de Maestras Argentinas. Entre mandatos y transgresiones (así nombradas en los primeros tomos, publicados en 2020) que llevaron adelante Eduardo Mancini y Mariana Caballero, editados por el Centro Cultural de La Toma, la Asociación civil Inconsciente Colectivo y la Cooperativa de Pensamiento Margarito Tereré.
Más biografías
Otra de las historias que se rescata es la del artículo Alberto Maritano, un maestro santafesino. Reflexiones alrededor de la escuela rural (Argentina, 1940-1950), tal como sus autoras, Mara Petitti (doctora en Filosofía) y Laura Graciela Rodríguez (doctora en Antropología Social), titularon el texto.
La experiencia de este maestro es rescatada entre las lecturas de una serie de artículos publicados en la revista Cursos y Conferencias a principios de 1948 por Olga Cossettini, sobre las escuelas rurales de diferentes partes del país. “Dicha compilación fue producto de un encuentro que había organizado Cossettini en 1947 con docentes que ella había contactado”, destacan Petitti y Rodríguez. Uno de los participantes de ese encuentro fue Alberto Maritano, de quien reconstruyen su biografía y analizan tres de sus obras: La novela sobre un niño campesino, Pablito (1940), de la cual la poetisa Juana de Ibarbourou dijo que era “el libro de los niños de América”; el artículo La escuela rural santafesina (1948), y La caja de colores (1953), un grupo de obras de teatro infantil.
Entre otros datos de su biografía, se menciona que Maritano nació en Buenos Aires en 1902, de pequeño se mudó con su familia a la provincia de Santa Fe y se definía como “hijo de campesinos del maíz”. Se agrega que “había aprendido a leer y escribir, sin embargo, no pudo estudiar en la escuela normal, por lo que se convirtió en un maestro sin título, pero con una gran vocación”. Es el padre de la reconocida escritora y docente santafesina Alma Maritano (1937-2015).
En 1926 fundó, con el apoyo de sus vecinos, la Escuela Popular Sarmiento, en San Genaro. Más tarde, y dentro de la escuela, la biblioteca Pablo Pizzurno. “Siendo un maestro muy reconocido en su comunidad, existe hoy en San Genaro una calle con su nombre”. Y también se desempeñó como gremialista, ocupó el cargo de vicepresidente en la Mesa Directiva del XV Congreso de la Federación Provincial del Magisterio de Santa Fe de 1945.
Según aprecian las autoras, en la novela Pablito presenta “de manera ficcional las preocupaciones que tenía sobre la escuela rural” y las infancias que la habitaban. Habla de las dificultades de la vida en el campo, de las familias y cómo ese cotidiano incidía en la vida escolar.
“De acuerdo con su visión –señalan– la única solución para mejorar la educación rural era obligar al Estado a encarar de manera definitiva una reforma agraria: entregar la tierra a los hombres que la trabajaban, facilitándoles los medios para lograr una vida mejor y hacer cumplir las leyes para impedir «que la infancia deje los pulmones y la alegría en los rudos trabajos de campo» o que emigre a las ciudades”.
Para Maritano –subraya el artículo– eso permitiría apartar al niño del trabajo y que pueda “asistir sin fatiga a la escuela y dedique sus energías al juego y al estudio”, hacerlo feliz, “permitirle vivir su infancia y hacer que ame la lectura…”
Entre otras conclusiones, las autoras rescatan que Alberto Maritano fue “un maestro autodidacta, que participó de organizaciones gremiales del magisterio, tuvo una reconocida presencia en el mundo literario santafesino y capitalino de izquierdas, escribiendo principalmente sobre la educación rural”.
Estaba convencido de que la escuela rural no debía formar a las niñas o los niños para que sean sólo agricultores: “A dicha escuela le correspondía ofrecer las mismas oportunidades que la escuela urbana para que la niña o el niño pudiese elegir libremente dónde desarrollarse”. Para esa meta, consideraba que se requerían docentes que incentivaran “la inteligencia en un sentido amplio, tanto a través de la ciencia como de las letras y cultivando las artes”.
“En esta área realizó un innovador aporte pedagógico al escribir y reflexionar sobre la importancia del teatro infantil en la escuela rural”, valoran las educadoras y autoras de esta vida maestra.
Entre otras biografías, está la de Margarita Ubarne Mansilla, maestra normalista y letrada afrouruguaya en las primeras décadas del siglo XX, escrita por la educadora Fernanda Sosa (magíster en Ciencias Sociales). El artículo repasa la publicación que en 1934 se hace en el periódico Nuestra Raza, “uno de los varios «periódicos negros» del Uruguay”, sobre la semblanza de esta maestra afrouruguaya.
En esa descripción, se la presenta como “ejemplo único en nuestra raza de perseverancia, para imponer su personalidad y su gran capacidad intelectual, allí donde más hermético era el prejuicio de la raza”. Señala que “cuando empezó a ejercer el profesorado” se encontró con “actitudes y gestos que manifestaban la antipatía que sentían por su presencia de mujer negra”. “Sabían que tenía por virtud un gran talento y una máxima ilustración; más no importaba; era negra y había que alejarla del magisterio nacional”.
“La semblanza la presenta como mujer afrouruguaya que enfrenta el racismo en el desempeño de una carrera en el magisterio nacional”, precisa la autora que se explaya en relatar cómo Margarita dividía su tiempo en la docencia y en defender la causa afrouruguaya.
Maestras y maestros en América Latina (1800-1950) se organiza en tres partes: Métodos, técnicas y cultura material; Género y nación; y Trabajo y cultura política. Son 42 historias repartidas en estas secciones, estudiadas y escritas por docentes e investigadores. El período en el que se ubican estas biografías –se explica en la obra– “va desde la irrupción de la escuela pública a la crisis de la configuración liberal que acompañó la expansión de la oferta educativa”. Cada una, una oportunidad de pensar la educación pública de hoy.
Publicado en el semanario El Eslabón del 12/04/25
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