Lo que se dice jugador (imaginario) al fulbo

Escritoras y escritores canayas lanzaron un libro de cuentos con eje en un futbolista ficticio del club. Ambientados en distintas épocas, los textos buscan –entre otros fines– generar nuevos lectores.

La contratapa de Canallas imaginarios. Vidas posibles de futbolistas imposibles adelanta que en sus 70 y pico de páginas se leerán historias como la de un guerrillero salteño, un nieto de identidad restituida, una Mulán guerrera, un mago tosco sin varita, un jugador retirado a la fuerza, un goleador del desierto, un pibe atravesado por el secretismo y un niño entusiasta durante el amateurismo. Ocho cuentos escritos por Germán Alarcón, Marisol Baltare, Ignacio Benítez, Lala Brillos, Santiago Garat, Candela Dolores, Luciano Graña y Pablo Suárez.

Además de aportar sus relatos, Suárez y Dolores armaron el equipo de autores. Antes de la presentación oficial –el pasado jueves 12, en la Sede Fundacional– dialogaron con El Eslabón.

Corazones rosarinos que te escriben

Autor del diccionario Central de la A a la Zof y compilador de Navidades canallas, de la cabeza de Pablo Suárez salió esta idea de inventar un futbolista y relacionarlo a Rosario Central. “Quise salir de la biografía y hacer ficción. Me parecía que había algo divertido ahí”, le dice a este medio el historiador local. Le contó la idea a Candela Dolores. Le dijo –recuerda ella– de “crear un jugador o jugadora ficticio que podría haber pasado por Central, pero que no existió”. Que “no era escribir sobre un futbolista que te hubiese gustado que pase por Central, sino un personaje creado de cero, con el artificio de la ficción”. Y se entusiasmó. “Me sentí honrada. Él había leído algunas notas que había escrito en El Eslabón. Así que le dije que cuente conmigo”.

Entre ambos reclutaron al resto de los autores. Y así parieron Canallas imaginarios. “La idea era cubrir distintas épocas del club. Hay un cuento que transcurre en los 80, otro en los orígenes (Alarcón ficcionalizó uno de los primeros partidos), el mío transcurre en el 60. En el cuento de Santiago aparece un nieto recuperado”, subraya Suárez. 

Al respecto, Dolores agrega que eso de las diversas etapas de la historia auriazul atravesadas por esta obra y el palo del que vienen cada uno de los autores y autoras “es una diversidad enriquecedora”. Y remarca: “Entre una de las cosas que más destaco del libro como unidad de sentido, es esto de que atraviesa muchas épocas. El relato de Germán Alarcón transcurre en el amateurismo. Él tiene muchos archivos, revisionismo. Pudo generar mucha verosimilitud en ese cuento” que se llama El inglesito Thompson. “No cualquiera –sigue– podría escribir un cuento creíble ambientado en el amateurismo. En lo personal siempre me importa mucho la verosimilitud, sobre todo con épocas lejanas, porque hace a la credibilidad”.

Contala como quieras

Para esta “antología colectiva”, Candela Dolores aportó De juguete. “Cuando escribo ficción –revela– trato de salir del yo, aunque sé que está de moda. Creo que lo rico de la ficción es generar otro mundo posible, otra realidad”. Pablo Suárez, que escribió Guerrillero, aclara que “en todos los cuentos se ve algo del club de verdad. Es decir, los personajes son de ficción, pero insertados en entornos reales”. 

Entre otras búsquedas, el editor sostiene que “la idea es promover la lectura en gente que habitualmente no lee. Hay algo pedagógico, un poco ñoño en eso, sí. Para mí la lectura es un valor, abre puertas, abre cabezas, perspectivas. Y creo que publicar cosas sobre Central es una buena forma de acercar a la gente a la lectura”.

Por eso dice que este libro “está impreso con letra grande para que lo pueda leer tu tío, primo, suegro, y así lo acerques a la lectura. Por ahí escuchás que uno de ellos hace cinco años que no lee un libro. ¿Qué le vas a prestar, Paul Auster? dale un libro escrito por un rosarino, que hable de Central (o uno de Newell’s, si hay). Creo que puede servir de acceso a la lectura”.

En ese sentido, el autor de Rosario, ciudad ocupada y La primera piedra –entre varios otros– confía en que “el libro va a cumplir la misión de generar unos contenidos amigables para los que les gusta la historia del club, para los que se están acercando a la lectura, y para los que son medio vagos para leer, con unas historias atractivas, interesantes, que tienen que ver con Central, que es una pasión que muchos tenemos”.

El mayor de mis afectos

Rosarino e hijo de rosarinos, abuelos nacidos y criados en las orillas del Arroyo Ludueña, en pleno barrio de Arroyito, para Pablo Suárez ser hincha de Rosario Central fue algo tan obvio como respirar. “Vivimos acá en Rosario hasta el 77. Nos fuimos exiliados a México y regresé en el 86. Y a partir de ahí fui con periodicidad a la cancha”, cuenta el también historiador. “Ahora mi hijo es grande y me regaló el abono a platea”, celebra.

También rosarina, Candela Dolores tenía 2 años cuando dijo a cámara –según un registro fílmico familiar de VHS– que era hincha de “tental”. Ahora asegura que es “más hincha de Central que del fútbol”. Recuerda, además, que lo primero que escribió “por intención propia, por fuera de las obligaciones escolares, fue una canción de Central”, estilo cancha, “con ritmo de otra canción”.

Esta docente, peronista y canaya pasó, tras esos textos iniciales, a hacer talleres de escritura, “para educar esa técnica, para generar más forma”. Además de trabajar en radio y como redactora periodística, publicó textos literarios en revistas y en antologías, y recibió menciones especiales en concursos nacionales de poesía. También jugó al futsal y admira la obra literaria de Roberto Fontanarrosa. “Tenemos un baluarte como el Negro, y a veces es difícil despegarse de eso”, admite. “No caer en el fontanarrosismo, como diría la Negra Ocampo, pero tampoco te podés enemistar con Fontanarrosa. Tiene, indefectiblemente, una influencia en la escritura sobre fútbol para cualquiera que lo haya leído, pero el libro en sí tiene matices”. 

Autor de varios libros, de historia y de ficción, Suárez asegura, “aunque suene un poco ambicioso” que tiene “una especie de militancia de la lectura, de la divulgación de historias. Entonces uno hace lo que cree que tiene que hacer en ese sentido”. En esta ocasión: Canallas imaginarios.

Publicado en el semanario El Eslabón del 14/06/25

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