El último mate

Yo no sé, no. La alcantarilla de Biedma y Francia, boca de tormenta, a eso de las 11 de la mañana empezó a largar un vapor que a cierta distancia parecía humo. Manuel decía que era un fenómeno ese vapor que se extendía a todos los orificios, incluso a los nuestros, como nuestras bocas, por donde salía vapor a pesar de que estábamos a mediados de mayo y todavía el frío no había aparecido. José y Tamba esa mañana fueron por cañas pasando Avellaneda y comentaron que en el surco donde había alcauciles salía un vapor de forma intermitente. Juancalito decía que las ranas de la lagunita se habían reunido sobre el mediodía en la montañita de la Vía Honda, abrían la boca y jugaban largando vapor como si estuvieran fumando. La Eva y la Laura vieron por las calles de barrio Acindar un vapor que había salido de las alcantarillas del patio de la Anastacio, se metía en la fábrica y salía con forma de alambres, como resortes que iban por todo el barrio a lo saltos. Mientras tanto, Tiguín, cuando se enteró del fenómeno del vapor, puso sus dos motos en el patio, les lustró los caños de escapes y se sentó a esperar que de esos caños algo saliera. En la canchita se estaba jugando un partido y casi todos, al segundo pique, se paraban porque de sus bocas salía un intenso vapor. Digo casi todos porque un flaquito que no paraba de correr tenía la boca cerrada y nada entraba ni nada salía. Ricardo, que estaba quemando cal en una obra por 24 de Septiembre, pensó que se le había ido la mano con la cal cuando vió tanto vapor. Lo extraño era que por el mantenimiento de los hornos, de las chimeneas de Acindar no salía ni humo ni vapor, y el tren que pasaba por las vías pegadas a la fábrica y que tenía una locomotora a vapor, hacia 15 días que no pasaba. El viernes por la tarde empezó a bajar la temperatura, estábamos en la plaza Galicia y la pequeña Susi contaba que había visto vapor saliendo de los caños de la hamaca y que el vapor tomaba forma de muñecos y se ponía a jugar en el subibaja. Graciela le decía a Pedro que no creía en todos esos relatos y él le dijo que tampoco, pero era raro que todos tenían algo que contar sobre ese raro vapor: A eso de las siete de la tarde empezó hacer frío, el flaco que en la canchita no paraba de correr apareció con una docena de churros mientras abría la boca y jugaba con el aliento hecho vapor. De repente se sintió un silbido que venía de la fábrica, al toque se vio el tren pasar a lo lejos con su locomotora a vapor y algunas de las pibas quisieron hacer arandelas con el vapor de sus bocas pero el vapor, a pesar del frío, no les salía. Isabel vino al toque con una pava de agua caliente para el mate, la Isa nos dijo que había visto a doña Juanita (la que curaba, entre otras cosas, el empacho) con una gran olla que desprendía un gran vapor y que la Juanita estaba haciendo una ceremonia casi religiosa alrededor de la olla. María dijo en ese momento: “Ahí está la explicación, la Juanita con sus poderes alteró los tiempos del vapor”. De las chimeneas de la fábrica empezó a salir vapor y luego humo y todos nos quedamos tranquilos con la conclusión a la que había llegado María y hasta el último mate lo tomamos humeante de vapor.

Publicado en el semanario El Eslabón del 17/05/25

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